— Maria Rojo, voluntaria de España
Hace unos meses navegando por Internet, me encontré con la Asociación Mensajeros de la Paz de Argentina. Me interesé por ella porque conocía muy bien a Mensajeros de la Paz de España y tuve curiosidad por saber si realizaban el mismo trabajo y la misma labor social. Para mi sorpresa, me enteré de que en Buenos Aires tenía la posibilidad de realizar un voluntariado y de poder vivir en una casa de voluntarios, personas que estaban comprometidas con mis mismos valores sociales y que compartían el deseo de construir una sociedad mejor, más justa y luchando por la inclusión social de las personas más desfavorecidas. Con todo, me puse en contacto con ellos y, desde hace tres días, ¡¡estoy en Buenos Aires!!
Desde el primer momento que entré por la puerta de esta casa de voluntarios, el resto de mis compañeros me han tratado como a uno más de ellos y me hacen sentir siempre como en casa. Son una gran familia de la que he empezado a formar parte y en la que cada uno tenemos un rol que desempeñar, como las verdaderas familias que hemos dejado en nuestros países. Lo bonito de esta experiencia es que tienes la posibilidad de encontrarte con varias culturas y con muy diversos modos de ver y de entender la vida, al provenir de distintos países como Alemania, Argentina, Colombia, España, Finlandia y Venezuela. Es inevitable poder aprender y compartir momentos y experiencias que te hacen crecer, que no vas a poder olvidar y que te van formando cada día un poco más en la persona que eres y que llevas dentro, que va creciendo a medida que pasa el tiempo y que sonríe cada vez que echa la vista atrás. Sin duda y, a pesar de que lleve aquí solo unos días, es una experiencia que jamás podré olvidar y que, si pudiera, repetiría una y otra vez.