— Marten Schinke, voluntario de Alemania
Creo que el barrio Caballito tiene mucha suerte. Si te preguntas porqué? Quisiera contarte sobre un personaje que tiene una verduleria en una de sus calles, se llama Pocho. Si piensas que es solamente una persona que vende verduras, te equivocas.Yo lo nombro “el sabio del barrio y el amigo de los niños“. Si la gente tiene alguna duda, Pocho la atiende con brazos abiertos, un oído preparado para escuchar y una respuesta precisa.
No es que mi caso sea particular, Pocho siempre trata de una manera muy amable a todos sus clientes.
Casi cada día paso por el negocio de Pocho. En la mayoria de los casos en la mañana para comprar algunas frutas y por la tarde para charlar un poco y tomar mate. Él me cuenta sobre su día, sobre la gente que pasó y sus historias. Incluso me dice donde estan mis amigos, que hacen y cosas así, es muy interesante. Puedo decir que ya tenemos una amistad profunda, hemos compartido miles de minutos charlando.
Cuando vine a Buenos Aires Pocho en muchas ocasiones fue mi profesor de castellano, de manera muy paciente me explicaba cada cosa; me enseñó los dichos, el lunfardo de Argentina y algunas expresiones chistosas. A causa de sus bromas constantes y de su forma de ser, él transmite alegría, construye una atmósfera agradable y un ambiente muy amistoso. Casí siempre sales de su tienda con un sonrisa en tú rostro y quedas feliz por el resto del día. Tambien en el día a día de la casa sus chistes estan presentes y es dificil contener la risa. Me parece que algunos de sus dichos preferidos son : “Quieres comprar leche descremada?“ refiriendose a la cerveza, “soy extranjero tambien pues soy del chaco“ una provincia al norte de Argentina y cuando preguntas por el precio de algun producto, responde con una sonrisa picara “vamos a cobrarle a la señora“ si hay alguna en la tienda. Cuando lees estas bromas no parecen tan graciosas, pero si ves su cara y escuchas su voz diciendolas, sencillamente mueres de risa.
Un día la casa del mundo estaba preparando un asado grandisimo para pasar una noche linda con todos los amigos. Por supuesto Pocho estaba invitado y por suerte vino. A las 2 de la noche cuando todo estaba terminando, despedimos a Pocho y nos quedamos con el sentimiento de encontrar un nuevo amigo y esperamos haber compensado un poquito sus regalitos diarios.
Así gozamos la vida en el barrio Caballito que esta enriquecido gracias a Pocho, un verdulero con un corazón grande.